sábado, 4 de febrero de 2017

Recuerdo morir un poco cuando mi padre murió. También recuerdo resucitar un poco, que es como se suele resucitar.

sábado, 28 de enero de 2017

Recuerdo que la semana más fuerte de exámenes de fin de curso de 3º de BUP vi a The Cult y a Living Colour en directo. Recuerdo suspenderlo casi todo.
Recuerdo pedirle cuatro mil pesetas a mis padres para el primer concierto de mi vida.
Recuerdo que si no salía en la Guía del Ocio, no existía. Lo que fuera. 
Recuerdo que con unos chicos de clase decidimos montar una banda de ladrones y nuestra único hito fue robar la Guía del Ocio en el quiosco del barrio.

viernes, 27 de enero de 2017

Recuerdo ponerme doble -o triple- calcetín para que los zapatos de mi padre me cupieran y así poder llevarlos al colegio.
Recuerdo sentirme de repente mayor un verano y escribirme unas notas a mi mismo con ciertas normas vitales a seguir a partir de entonces. 
Recuerdo que antes no había góticos sino siniestros, y que ser siniestro era ser algo importante y aspiracional.
Recuerdo La Cova de Gracia, una sala subterránea con billares y buen ambiente que desapareció sin dejar rastro ni recuerdo alguno.
Recuerdo el revival de escuchar a The Doors como si fueran una banda actual cuando se estrenó el biopic con Val Kilmer.
Recuerdo enfadarme mucho con mi mejor amigo y enviarle una carta muy encendida. Recuerdo recibir su misiva semanas después y llorar.
Recuerdo la primera vez que al salir de un concierto del Zeleste decidimos volver a casa andando, cruzando toda la ciudad.
Recuerdo un concierto en El Sot del Migdia con Radio Futura y un montón de bandas que luego fueron adalid del rock català.
Recuerdo cuando Loquillo caía mal a todo el mundo.
Recuerdo visitar el Clemenceau, un portaaviones francés que ancló en el puerto de Barcelona a mediados de los ochenta.
Recuerdo el día que le pregunté a mi padre sobre cómo decirle a una chica que me gustaba, sobre cómo enfocarlo, cuándo decirlo y cómo aceptar un posible rechazo. Pero sobre todo recuerdo la vergüenza de decírselo y la risa soterrada de mi padre.
Recuerdo a mis padres viniendo a mi habitación y despertarme porque daban "Yellow Submarine" en la tele, pasadas las doce de la noche.
Recuerdo mi primera y única otitis.
Recuerdo, en algún momento de mi infancia, la sensación verdadera de no tener ganas de levantarme de la cama por la mañana, y pensar "me estaré haciendo mayor ya".
Recuerdo la primera borrachera, con dieciséis años, y la resaca que me hizo pasar mi padre encargándome hacer la compra del supermercado para espabilarme.
Recuerdo lo mucho que me sorprendió descubrir que una profesora de Historia había participado en la enciclopedia de arte que teníamos en casa.
Recuerdo la enciclopedia Sopena y sentarme en el sofá con un tomo cualquiera para ir descubriendo palabras y definiciones.
Recuerdo a mi padre haciendo el crucigrama de La Vanguardia y enfadarse con las palabras que no lograba acertar. "Maldito Tísner", decía.
Recuerdo terminarme el Quijote en Castelldefels una Semana Santa. Recuerdo llorar al final y disimular ante mis hermanos.
Recuerdo que le presté El juego favorito, de Leonard Cohen, a la novia de un compañero del fútbol y nunca más se supo. Luego me enteré que el libro se lo habían prestado hace muchos años a mi madre. Justicia poética.
Recuerdo que, ante mi ignorancia sobre escritores españoles contemporáneos, Ricard me prestó Impostura, de Vila-Matas, y me dijo: "ya me contarás".
Recuerdo las coderas y las rodilleras.
Recuerdo cuando la nomenclatura de las calles de Barcelona cambió del castellano al catalán. Recuerdo no entender por qué se cambió el nombre de algunos hombres y mujeres de origen castellano, de cómo se catalanizaron sus nombres y apellidos.
Recuerdo a todas las chicas del barrio de Gracia emulando el look Amélie Poulon durante bastante tiempo desde que estrenó la película. 
Recuerdo cuando se pusieron de moda las chaquetas de piel de mafioso de los años setenta, justo en la época de Pulp Fiction, y que duró bastante años.
Recuerdo el año que programaron un ciclo de la Hammer los domingos por la noche y las pesadillas que me provocaban Christopher Lee y Vincent Price.
Recuerdo con desagrado el intenso olor a lejía después de fregar el piso los domingos.
Recuerdo el olor de los dedos mi padre después de comer almendras.
Recuerdo el primer libro que encargué al Círculo de Lectores: Lenz, un relato, de Peter Schneider, y que aún guardo con cariño.
Recuerdo perfectamente la cara del vendedor del Círculo de Lectores que pasaba por casa con su catálogo, sus ofertas y, claro, sus libros.
Recuerdo a mis padres llorando por la muerte de John Lennon cuando lo anunciaron por televisión. Recuerdo seguir escuchando los discos de The Beatles enfermizamente y pensando que a los otros tres les quedaba ya poco tiempo.
Recuerdo ver en la tele la caída del muro de Berlín en directo un sábado por la mañana. Recuerdo no entender nada.
Recuerdo al Ayatollah Homeini en la tele.
Recuerdo confundir el sentido de las expresiones "Me importa" y "No me importa", diciendo "Sí, sí, me importa" cuando quería decir que me daba igual; y "No, no, no me importa", cuando realmente me afectaba. 
Recuerdo un tiempo que en mi casa se decía mucho "Hombre, por favor, y tanto", y de que memorizé la expresión para replicarla donde y cuando fuera.

miércoles, 25 de enero de 2017

Recuerdo a mi madre trayendo tebeos del quiosco. Muchos tebeos que al siguiente sábado ya estaban leídos y releídos. Mamá, más.
Recuerdo un primer infarto de mi padre en plena calle, al salir del coche. Se apoyó, se palpó el pecho y nos miró. Luego en casa un silencio sepulcral.
Recuerdo ciertos días de los años ochenta cuando al irme a dormir pensaba que no me despertaría jamás.
Recuerdo volver a casa después de ver "Perseguido", de Schwarzenneger y de tan flipado que quedé me llevé a mi hermano a la siguiente sesión del mismo día.
Recuerdo Terminator II en el cine Publi. Recuerdo la canción de Guns ´n´ Roses y recuerdo a mi hermano diciendo "vamos a comprar ese disco".
Recuerdo Bagdad Café en el cine Casablanca, mes a mes, año tras año. Recuerdo hacerle una foto al cartel para inmortalizar ese hito. También recuerdo ir a ver Clerks allí y pensar "ahora sí". Duro mucho menos, claro.
Recuerdo el estreno de Delicatessen en el cine Capsa, con los chicos del instituto. Reímos mucho y pensamos que el cine francés empezaba a merecernos respeto. El cine francés a partir de Delicatessen. Menudos ignorantes.
Recuerdo mi primer trabajo con nómina. Recuerdo lo que cobraba y el día que me lo ingresaron. Recuerdo sentirme viejo entonces. La palabra nómina era de mayores, de vencidos, de integrados.
Recuerdo no querer participar en la función teatral de la escuela por vergüenza. Recuerdo a la tutora obligándome a participar y yo volviéndome a negar. "Las luces, serás el hombre de las luces", y mi felicidad fue total.
Recuerdo ver a AC/DC en 1991 y fijarme que Brian Johnson se apartaba a ratos del escenario para coger aire con un aparato clínico de esos de rehabilitación. Recuerdo asustarme mucho, y estábamos en pleno concierto.  Recuerdo que pensé que no durarían mucho más y me dije a mí mismo "qué suerte, al final has podido verlos".
Recuerdo el primer Primavera Sound, el primer Sonar y el primer FIB. Recuerdo que ya nada volvió a ser como antes.
Recuerdo coleccionar las pegatinas de las partes de la cara de Maradona que venían en los chicles de no sé qué marca. La completé y me tocó un balón de plástico malo. Orgullo increíble.
Recuerdo que el nieto de Valle Inclán vivía en nuestra calle, o al menos eso decía mi padre. Recuerdo extrañarme al no verle barba, incluso siendo un veinteañero en los ochenta.
Recuerdo los primeros casettes grabados y los primeros comprados, recuerdo la colección de casettes en mi escritorio, el orden y el color de los lomos, recuerdo las tipografías usadas en los grabados, Sisters Of Mercy, Fuzztones, The Smiths y Slade. Y tantos otros.

Recuerdo que en clase de Inglés nos pidieron traer una letra de algún artista favorito para analizarla y traducirla. Yo llevé Purple Rain y Estefania, la profesora, me dedicó una sonrisa espléndida.

Recuerdo el primer día que dormí solo en casa. Había suspendido Física en 2º de BUP y me tocó subir del pueblo a casa para hacer el examen de recuperación de septiembre. Mi familia se quedó en el pueblo y yo me sentí mayor de repente.

Recuerdo disparar a los transeúntes desde el balcón de Ana y María, las vecinas, y contar las bajas según iban pasando por la calle. ¡Pam, pam pam!

Recuerdo el 7422 de la matrícula del coche de mi padre, un Seat 124 granate.

Recuerdo escuchar la cara A del “It takes a thousand of millions to hold us back", de Public Enemy en la fiesta de cumpleaños de Fede. Al terminar …la canción que sea… algo hizo click dentro de mi. Al día siguiente fui a comprar el disco y me lo puse unas diez veces seguidas, fotocopié las letras y las enganché en la carpeta del instituto. Too black, too strong.